Cambio nº 1: Más tranquilidad con tu au pair
Por la noche, a menudo había prisa por llegar a casa: la compra, los niños, el baño, la comida, la hora de acostarse, la colada, etc…
Ahora me preocupo menos. Si una reunión acaba más tarde de lo previsto, me limito a enviar un mensaje para decir que llegaré excepcionalmente tarde. Y a lo mejor le pido que empiece a calentar la sopa para la cena.
Son pequeños toques de ayuda aquí y allá. A veces son solo tres, pero cuando los sumo todos me quitan un gran peso de encima. Puede ser tan sencillo como vaciar el lavavajillas mientras preparo la cena. Puede ser recoger la compra del coche cuando vuelvo de la universidad.
Por supuesto, estas notas son el resultado de una integración e inmersión perfectas: la au pair se comporta como cualquier otro miembro de la familia.
Cambio nº 2: Más tiempo de calidad
Antes, éramos sólo nosotros dos los que teníamos que gestionar la rutina diaria. El resultado era un montón de actividades y juegos apresurados en los que no participábamos, con un ojo puesto en el reloj.
Ahora somos tres. Como la au pair es un miembro de pleno derecho de la familia, actúa naturalmente como tal.
El tiempo que ahorramos nos permite pasar tiempo de verdad con los niños: jugar juntos a un juego de mesa por la noche antes de acostarse, llevar al mayor al cine los miércoles por la tarde, tomarnos el tiempo de jugar con ellos antes de cenar.
E incluso para la pareja, lo cambia todo. Se acabaron las idas y venidas para encontrar una canguro que esté disponible para nuestra velada romántica. Planeamos la velada de acuerdo con nuestra au pair y los niños están encantados de pasar una noche sin sus padres.
Cambio nº 3: Más apertura de miras
Recibir a una Au Pair también significa intercambiar ideas, charlar y comparar nuestros países.
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Las elecciones son una oportunidad para discutir los métodos de votación. Guardar la compra es el momento de comparar las marcas que se ofrecen. Una película en la que aparezca el francés de la boina y la baguette es una oportunidad para hablar de las respectivas ideas preconcebidas.
Y no es raro oír a nuestros hijos contar en la lengua de la au pair o preguntarles cómo se dice una palabra concreta en su idioma.
Todas estas cosas ayudan a abrir la mente de nuestros hijos, y también la nuestra, a las diferencias y a estimular su curiosidad por el mundo.